Nii Lamptey: El Pelé que nunca fue rey
Jóvenes promesas hay muchas, nuevos Pelés apadrinados por Pelé bastantes menos. El original fue un jovencito ghanés que encadiló al mundo a inicios de los 90.
En la década de 1990, mientras África comenzaba a ganar protagonismo en el fútbol mundial, surgía un joven ghanés destinado a ser el mejor jugador del mundo. Tenía apenas 16 años, un talento indiscutible y una historia que parecía escrita para la gloria. Su nombre era Nii Odartey Lamptey.
Tres décadas después, su nombre sigue siendo mencionado, no por las gestas en el campo de fútbol, sino como una de las historias más trágicas del fútbol moderno. El ascenso meteórico, el fracaso precoz, y una vida marcada por el abuso, la traición y la redención han convertido a Lamptey en una figura mítica. No por lo que logró, sino por lo que pudo haber sido.
El niño prodigio de Accra
Nii Lamptey nació el 10 de diciembre de 1974, en Accra, Ghana, en un hogar disfuncional y violento. Su padre, alcohólico, lo maltrataba física y emocionalmente. En entrevistas posteriores, Lamptey recordaría haber sido golpeado con cables eléctricos, y cómo el fútbol se convirtió en su única vía de escape. Su madre, tías y madrastra, figuras en las que el joven Nii buscó consuelo ante los abusos de su padre, fueron casi peores que él.
El fútbol fue su válvula de escape. Nii se saltaba el colegio siempre que podía para jugar todo el día al fútbol, recorriendo los barrios de su ciudad buscando un partido que jugar e incluso durmiendo en la calle para evitar volver a un domicilio familiar que distaba mucho de ser un hogar. Casi adoptado por uno de los benefactores del club Cornerstones en el que jugó, Lamptey vivió uno de los primeros períodos de tranquilidad y estabilidad de su vida. Así logró ingresar en la academia juvenil de Ghana, donde su talento natural no tardó en deslumbrar. La federación ghanesa reunió a los mejores talentos jóvenes del país con la intención de formar una potente selección nacional en el futuro. Estas Black Starlets se dieron a conocer en el Mundial sub 16 de Escocia en 1989. A pesar de quedar eliminadas en primera fase, el talento de los jugadores ghaneses llamó la atención de todo el mundo y ninguno brilló tanto como Lamptey. Desde su posición en la banda derecha, pero con total libertad, deslumbró a todos, especialmente en el partido inaugural contra la selección anfitriona. Pelé, presente en el torneo, lo aclamó como su sucesor. Y esa frase perseguirá a Lamptey toda su vida. O Rei, casi sin quererlo, cambió el mundo de un crío que, con 14 años, nunca había salido de su país y apenas sabía leer o escribir.
Una promesa sin cimientos
Tras su exhibición en Escocia Lamptey regresó a Ghana, pero el gran diamante ya había sido descubierto. Varios clubes europeos y sudamericanos se pusieron manos a la obra para conseguir al que parecía ser el gran talento de la próxima década. Ninguno fue más rápido que el Anderlecht belga. Gracias a la mediación de Stephen Keshi, central titular del club, capitán de la selección de Nigeria y mito del fútbol africano, plantaron a Lamptey en Bruselas en tiempo record. ¿Los métodos? Quizá no los más ortodoxos o legales. Nii tuvo que fugarse a Togo (Bélgica no tenía embajada en Ghana), para conseguir un pasaporte con el que viajar a Bélgica. Lamptey ya tenía uno, pero había sido confiscado por la federación ghanesa, que querían mantener unido al grupo del Mundial de Escocia para el torneo que se celebraría en Italia en 1991. Keshi lo inscribió como su hijo, consiguiéndole un pasaporte nigeriano falso. Así fue como Lamptey fichó por el Anderlecht, club que posteriormente sería acusado de secuestrar al jugador y de traficar con menores. El propio jugador, sin embargo, confiesa en su biografía, que todo fue consensuado y que fue su enorme admiración y respeto por Keshi lo que lo llevó a pasar por esa odisea. Keshi, the Big Boss, como era conocido en el ámbito del fútbol africano, lo acogió en su casa durante los primeros meses de su aventura belga. Lamptey se dedicó a aprender inglés y francés y a jugar con el talentoso equipo juvenil del Anderlecht. Algo más de un año después de fugarse, Nii volvió a juntarse con sus compañeros de las Black Starlets. Con apenas 15 años, lideró a Ghana hacia el título del Mundial Sub-17 de 1991, celebrado en Italia. En ese torneo, Lamptey fue nombrado el mejor jugador, superando a talentos como Del Piero o Verón. Su carrera era meteórica y en cuanto cumplió los 16 años, edad mínima para el fútbol profesional belga, debutó con el primer equipo del Anderlecht, marcando un gol. Era un crío que ya jugaba habitualmente con el primer equipo, una rareza incluso para talentos excepcionales. Su estilo recordaba al fútbol brasileño: regateador, veloz, y con una visión de juego fuera de lo común. Rodeado de talentos como Marc Degryse, Luis Oliveira o Luc Nilis, el ghanés parecía no tener techo. Además no se dejaba llevar por las tentaciones de la fama. Lamptey no salía de noche, no bebía alcohol, solamente quería quedarse en casa, relajado y escuchando música, su otra gran pasión.
Pero la historia empezó a torcerse pronto. A pesar de su calidad técnica, Lamptey carecía de una estructura personal sólida. No tenía formación académica, y apenas entendía las decisiones contractuales que tomaba. Su representante en ese momento, Antonio Caliendo, sería una figura clave en lo que muchos consideran la explotación del jugador. El manager italiano, que en aquel momento era uno de los más reputados del mundo (entre sus clientes estaban Roberto Baggio, Totó Schillaci o Dunga), fue el más rápido a la hora de llevar a Lamptey a su establo, y el joven ghanés confió su carrera a un tipo que demostró tener más bien pocos escrúpulos.
Cuando Aad de Mos, figura clave en la carrera de Lamptey y seguramente el entrenador que sacó lo mejor de él (Lamptey lo considera un segundo padre), fue despedido del Anderlecht, algo se rompió en la carrera del ghanés. Ni Luka Peruzovic ni Jan Boskamp fueron capaces de explotar su talento al máximo, y la frustración y la presión de Caliendo por conseguir un traspaso, llevaron al club belga a ponerle el cartel de transferible. Lamptey cruzó la frontera con Holanda para jugar un año cedido en el PSV Eindhoven, donde Aad de Mos estaba entrenando. Allí jugó su última gran temporada, con apenas 19 años. Sin embargo, sus problemas físicos y constantes viajes para jugar con Ghana, hicieron que el club de la Phillips no se decidiese a pagar los cinco millones de dólares que el Anderlecht pedía por él. Por aquel entonces, Lamptey llevaba ya varios años jugando con la selección principal de Ghana (subcampeón africano en 1992), pero también con la sub 23 (bronce en Barcelona 92), la sub 20 (subcampeón mundial en Australia 93) o la sub 17 (campeón de África). Aunque mostró destellos, el cambio constante de clubes comenzó a desgastar su carrera.
El agujero negro de las Black Stars
Tras una vuelta imposible al Anderlecht, Caliendo llevó a su joya a Inglaterra, donde jugó en el Aston Villa y el Coventry City. Ron Atkinson fue la figura clave en su etapa inglesa, confiando en su talento, pero Big Ron , se alejó del banquillo (destituído en Birmingham, o ascendido a General Manager en Coventry), Lamptey no contó con la confianza ni de Brian Little ni de Gordon Strachan, con quien además chocó a nivel personal. Sus lesiones y sus viajes eran una constante en temporadas que comenzaban bien pero se desmoronaban tras Navidad, ya que Lamptey siempre jugaba algo con Ghana a inicios del año natural. En el año 96, estando en Coventry, Lamptey va a la Copa de África en Sudáfrica. Tiene 21 años y Ghana cuenta con una gran generación liderada por Abédi Pelé y Tony Yeboah, más los jóvenes de la generación de Escocia 89 e Italia 91. Ahí están Lamptey, Samuel Kuffour, Yaw Preko e Isaac Asare (que siguieron a Lamptey al Anderlecht), Mohammed Gargo o Emmanuel Duah. Todos leyendas del fútbol juvenil que se quedaron cortos en los profesionales. El torneo prometía, pero pasará a la historia como el de la coronación de la Sudáfrica de Mandela (con Neil Tovey, el capitán blanco levantando la copa al igual que había sucedido con François Pienaar en el Mundial de rugby el años anterior) y el de la implosión de las Black Stars. Problemas entre etnias (los Ashanti y los Ga) y rumores de magia negra enturbiaron la relación, ya tensa, entre Abédi Pelé y Lamptey. La estrella del Marsella se negaba a jugar en la misma alineación que el joven del Coventry, ya que consideraba que sus estrellas (hablamos de firmamento, no de fútbol), se anulaban en el terreno de juego y que Lamptey y su entorno ejercían una mala influencia para el talento de Abedí (hablamos de magia negra Y TAMBIÉN de fútbol). Dado que ya en la AFCON del 92 el joven extremo se retiró varias veces vomitando sangre, uno aunque dude también toca madera. En 1996, Lamptey participó poco, pero cuando lo hizo en la semifinal, con Ghana perdiendo 2-0 fue expulsado tras una entrada a destiempo. Aunque jugó un partido más al año siguiente contra Brasil porque las obligaciones contractuales del amistoso obligaban a los ghaneses a alinear a Pelé, Yeboah y Lamptey, sus tres jugadores de mayor perfil, Nii abandonó la selección nacional tras esa experiencia en Sudáfrica. Su carrera internacional había acabado con 21 años.
Los años sucesivos lo vieron en Italia (Venezia), en Turquía (Ankaragücü), y hasta en Argentina (Unión de Santa Fe), sin asentarse nunca. También jugó un tiempo en China, el único lugar donde volvió a sentirse cómodo a nivel personal.
Traición íntima
La tragedia personal de Nii Lamptey no termina en lo deportivo. Durante años, vivió una vida marcada por el dolor emocional. Uno de los elementos más estables de su vida era su matrimonio con Gloria Lamptey, a la que había conocido al poco de llegar al Anderlecht, y que fue adelante a pesar de que todas las personas allegadas al futbolista le insistían en que ella no era una buena influencia para él. Tenían razón.
Tuvieron tres hijos. Dos de ellos murieron jóvenes por problemas pulmonares. En 2013, Lamptey descubrió mediante pruebas de ADN que ninguno de sus hijos era biológicamente suyo. Su esposa le había sido infiel durante años. El escándalo conmocionó Ghana.
Lamptey cayó en una profunda depresión. En entrevistas posteriores confesó haber contemplado el suicidio. Solo su fe y el fútbol lo salvaron.
El retorno como mentor
Lejos del centro de la fama, Lamptey encontró redención en lo que mejor sabía hacer: formar a otros. Fundó la Glow-Lamp International School, una escuela privada en Ghana que ofrece educación académica y deportiva a niños de bajos recursos. Él mismo financia el proyecto.
Además, se convirtió en una figura paternal para decenas de jóvenes futbolistas, ayudando a evitar que otros repitieran sus errores.
En un país como Ghana, donde el fútbol es promesa de futuro, la figura de Lamptey sirve como advertencia y guía. No basta con el talento. Se necesita estructura, apoyo, y una red emocional sólida. Fui utilizado y luego olvidado. Ahora quiero asegurarme de que otros no sufran lo mismo, declaró en una entrevista con la BBC.
Es fácil romantizar la historia de Nii Lamptey como la del niño que voló demasiado cerca del sol. Pero sería injusto reducir su vida a una simple metáfora. Su historia es una denuncia: del sistema, del abandono institucional, de la explotación de menores en el fútbol global.
En muchos sentidos, Lamptey fue víctima de su talento precoz. Su entorno no estaba preparado para protegerlo. Fue lanzado al estrellato sin red, sin guía, y sin herramientas para sobrevivir en un mundo despiadado.
Sin embargo, hoy, a sus 50 años, sigue en pie. Ya no es el nuevo Pelé, ni la estrella fallida. Es Nii Lamptey: un hombre que cayó, pero se levantó; que perdió todo, pero encontró un propósito.
Quizás su legado no se mida en títulos, ni en goles, ni en clubes. Su verdadera contribución está en las vidas que hoy toca desde el anonimato. Desde su escuela, desde su fundación, desde su historia.
A veces, el éxito no se mide por lo que uno alcanza, sino por lo que uno inspira. En ese sentido, Nii Lamptey, el niño de oro que nunca fue rey, sí encontró su corona.
Chula no sé si es la palabra, pero interesante es un rato. Lamptey fue uno de esos nombres que me marcaron de pequeño. Lo vi jugar igual tres veces, pero la gente y los "que entendían" de fútbol hablaban de él. Y tenía 15 años, claro 😂
Qué alegría leerte de nuevo, Vil.